Bienestar Mental en Ancianos

La tercera edad suele describirse como una época de descanso, reflexión y de oportunidades para hacer cosas que quedaron postergadas mientras uno criaba a los hijos y desarrollaba su carrera.

Lamentablemente, el proceso de envejecimiento no es siempre tan idílico. Acontecimientos de la tercera edad como, por ejemplo, los trastornos médicos crónicos y debilitantes, la pérdida de amigos y seres queridos, y la incapacidad para participar en actividades que antes disfrutaba, pueden resultar una carga muy pesada para el bienestar emocional de una persona que está envejeciendo.

Una persona de edad avanzada también puede sentir una pérdida de control sobre su vida debido a problemas con la vista, pérdida de la audición y otros cambios físicos, así como presiones externas como, recursos financieros limitados. Estos y otros asuntos suelen dejar emociones negativas como la tristeza, la ansiedad, la soledad y la baja autoestima, que a su vez conducen al aislamiento social y la apatía.

Otra consecuencia más grave es la depresión crónica o la depresión que es recurrente y persistente. La depresión crónica tiene consecuencias físicas y mentales que pueden complicar un problema de salud existente de una persona de edad avanzada y desencadenar nuevas preocupaciones.

Hay pruebas de que algunos cambios corporales naturales asociados con el envejecimiento pueden aumentar el riesgo de que una persona de experimente depresión. Estudios recientes sugieren que las bajas concentraciones de folato en la sangre y el sistema nervioso pueden contribuir a la depresión, el deterioro mental y la demencia. Los investigadores también sospechan que puede existir una relación entre la aparición de la depresión en la vejez y la enfermedad de Alzheimer.

Independientemente de la causa, la depresión puede tener efectos físicos alarmantes en las personas mayores. El índice de mortalidad de los hombres y mujeres de la tercera edad que tienen depresión y sentimientos de soledad es mayor que el de aquellos que están satisfechos con sus vidas. Los programas de tratamiento para los pacientes de la tercera edad deprimidos que tienen una enfermedad cardiovascular y otras enfermedades importantes, suelen tomar más tiempo de lo normal y su resultado es menos satisfactorio.

Además, los sentimientos de desesperanza y aislamiento, que suelen alentar ideas suicidas, son más frecuentes entre ancianos en especial aquellas con discapacidades.

Un riesgo para la vida diaria

La depresión también puede tener otras formas de efectos potencialmente nocivos para la salud de una persona mayor. La depresión puede llevar a hábitos alimenticios que acaben resultando en obesidad, o por otro lado provocaruna pérdida considerable de apetito y reducción de niveles de energía, ocasionado a veces un trastorno conocido como anorexia geriátrica.

Las personas deprimidas de la tercera edad también experimentan índices más altos de insomnio y pérdida de memoria. También tienen tiempos de reacción más prolongados que lo normal, lo que aumenta los riesgos asociados con cocinar, conducir, automedicarse y otras tareas que requieren una atención completa.

Trastorno de Ansiedad Generalizado.

El TAG es uno de los trastornos de ansiedad más frecuentes en los adultos y, según los resultados de un estudio, su prevalencia en los ancianos oscilaría entre el 0.7% y el 9%. Suele presentarse junto con otros trastornos del ánimo, en general con depresión mayor y el TAG comórbido es mucho más frecuente que el puro. La prevalencia sería menor; en los más ancianos que en los individuos más jóvenes. Asimismo, es más frecuente en las mujeres.

Comorbilidades

En numerosos estudios epidemiológicos se describió que, al igual que en los individuos más jóvenes, en los ancianos el TAG suele presentarse asociado con otros trastornos del ánimo; el más común es la depresión. En 3 de estos estudios se observó que entre el 60% y el 90% de los ancianos con diagnóstico de TAG la sufrían.

No se ha podido establecer con claridad la asociación entre el TAG y otros trastornos psiquiátricos en esta población, y aunque en los pacientes con demencia los síntomas de ansiedad son frecuentes, no se comprobó una mayor prevalencia de TAG en los individuos con esa enfermedad. En los pacientes con demencia, el TAG suele asociarse con la depresión.

No se ha hallado una asociación entre el TAG y las enfermedades crónicas. En la mayoría de los estudios la aparición de este trastorno en personas con enfermedades como la de Parkinson o con antecedentes de accidente cerebrovascular se asoció con la presencia de depresión.

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